Déjà-vu
Hace unas semanas, viajando en metro, terminé Sostiene Pereira, la novela del escritor italiano Antonio Tabucchi. Uno de los personajes principales es el joven Monteiro Rossi, un filósofo recién licenciado escribe sobre la muerte y que, sin embargo, ama la vida; un torbellino que logra insuflar la vida en el viejo y cansado corazón del conformista periodista Pereira escribiendo “impublicables” y comprometidas efemérides futuras de literatos en un suplemento cultural de un pequeño periódico católico de Lisboa. Rossi, que colaboraba con la resistencia y era cómplice de su primo reclutando soldados para la Guerra Civil española, muere como consecuencia de la brutal paliza que le es propinada por la policía política del régimen salazarista, con el objetivo de darle una buena lección de “patriotismo”.
Últimamente, viendo el telediario, me ha asaltado en dos ocasiones la típica sensación de familiaridad que normalmente es conocida como deja-vu. El paralelismo que mi despistada y perezosa mente veraniega ha encontrado entre el trágico final de la historia que sosteniendo y sosteniendo sostiene Pereira y el cuartel de la Guardia Civil de Roquetas de Mar o un vagón del metro de Londres puede parecer reveladoramente evidente a primera vista, pero he de admitir que a ella le costó un ratito
El pequeño matiz que hizo que mi aletargada mente tardara unos segundos más de lo normal en establecer la relación entre una novela recién leída y los muertos del telediario es que no nos encontramos inmergidos en la dictadura de Salazar, que esto no es la Lisboa de 1938, sino un insulso mes de agosto de un año cualquiera del siglo XXI, o al menos, eso creo. Serán sutilezas mías...
Radio, play my favourite song: It can’t come quickly enough. Scissor sisters.
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