Dame estrellas o limones
Puedo hacer lo que quiera, puedo hacer una esfera... y viajar en su interior y llegar a las estrellas
viernes, agosto 31, 2007
|sábado, agosto 25, 2007
Preguntas que uno se hace mientras estudia
1) Cuando una persona pasa más tiempo bajándose películas de internet que viéndolas, ¿significa que tiene un problema con cómo se administra ese tiempo?
2) ¿Se puede deber algo que no te han pedido?
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Oído antes de ayer:
2) ¿Se puede deber algo que no te han pedido?
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Oído antes de ayer:
- Joder, este sofá hoy no me parece tan cómodo como ayer
- Es que hoy no estás tan pedo como ayer
Radio, plays my favourite song: With tired eyes, tired minds, tired souls, we slept. Explosions in the sky.
Radio, plays my favourite song: With tired eyes, tired minds, tired souls, we slept. Explosions in the sky.
viernes, agosto 24, 2007
Boxea con tu sombra
En mi casa de toda la vida ha habido cuatro recopilaciones en cassette de cuatro cantautores que mi madre hizo en su día con sus canciones preferidas, seleccionadas de sus LP's en vinilo.
Cuando era más pequeña y todavía no sabía que podría aprender tanto de los discos de mi madre (y lo que me queda), estas cintas eran como una especie de tregua tácita, algo que se podía escuchar en casa sin mayores conflictos. Al cabo de los años, hasta acabé robándoselas furtivamente para poder escucharlas a solas en mi cuarto.
Es curiosa la mala costumbre que tenemos a veces de no hacer puto caso a lo que nos recomiendan en casa, manía opositora que a veces nos lleva a descubrir las cosas demasiado tarde. Cosas a las que, por lo demás, acabamos llegando de una u otra forma.
Sabina y Silvio Rodríguez, cuyas recopilaciones tienen, además, dos volúmenes, entran como la seda por los oídos. Aute, cuando llega con las letras surrealistas de sus primeros álbumes, es una verdadera revelación. Pero las canciones de Víctor Manuel tardaron bastante más en alcanzarme, tal vez por ser el más "cantautor" de todos.
Con el tiempo, sus historias sobre mineros asturianos, sus melodías llenas de fuerza, su épica popular y sus delicadas canciones de amor han acabado por formar parte de un acervo al que ya no sabría ni podría renunciar. Como a tantos otros discos a los que, en algún momento, dije "no".
Radio, plays my favourite song: Cómicos. Víctor Manuel.
Cuando era más pequeña y todavía no sabía que podría aprender tanto de los discos de mi madre (y lo que me queda), estas cintas eran como una especie de tregua tácita, algo que se podía escuchar en casa sin mayores conflictos. Al cabo de los años, hasta acabé robándoselas furtivamente para poder escucharlas a solas en mi cuarto.
Es curiosa la mala costumbre que tenemos a veces de no hacer puto caso a lo que nos recomiendan en casa, manía opositora que a veces nos lleva a descubrir las cosas demasiado tarde. Cosas a las que, por lo demás, acabamos llegando de una u otra forma.
Sabina y Silvio Rodríguez, cuyas recopilaciones tienen, además, dos volúmenes, entran como la seda por los oídos. Aute, cuando llega con las letras surrealistas de sus primeros álbumes, es una verdadera revelación. Pero las canciones de Víctor Manuel tardaron bastante más en alcanzarme, tal vez por ser el más "cantautor" de todos.
Con el tiempo, sus historias sobre mineros asturianos, sus melodías llenas de fuerza, su épica popular y sus delicadas canciones de amor han acabado por formar parte de un acervo al que ya no sabría ni podría renunciar. Como a tantos otros discos a los que, en algún momento, dije "no".
Radio, plays my favourite song: Cómicos. Víctor Manuel.
domingo, agosto 19, 2007
Cerca
He tardado varios años en darme cuenta, pero por fin he descubierto por qué hay gente por la que siento una inexplicable ternura desde el primer momento en que la conozco. Ahora sé que es porque se parecen a ti. Es como un entrañable e irreversible flechazo amistoso. No sabría describir tus facciones con la exactitud necesaria para explicar correctamente de qué se trata, pero sé que, en efecto, se trata de eso.
En París fue una chica alemana que se llamaba Susanne. Hace poco, en México, me volvió a suceder con otra. La llamaban "Piña" y, aunque se parecía algo menos a ti, tenía la risa contagiosa y la extraordinaria capacidad para convertir una reunión de té con pastas en una arrebatadora locura, un torbellino en el que de pronto te ves envuelto sin saber muy cómo volver a salir. Sin saber siquiera si quieres hacerlo…
Un día que me emborraché, me tuvieron que llevar a rastras a la cama y, en la inconsciencia, por el rabillo del ojo, te vi sentada en la mesa, garabateando algo en un papel. Tú también solías escribir con pilot o rotuladores de esos de gel. Ahora no lo sé, hace demasiado tiempo que no recibo una carta tuya o que yo te escribo una a esa dirección de quién sabe qué calle a este lado del océano, donde ahora me desvelo yo, pensando en el silencio que reinará en tu casa de madrugada.
Me voy por las ramas. Al día siguiente me entregaste una de las cartas más importantes que me han escrito. Tu tácita y delicada aprobación me alivió como pocas cosas lo han hecho nunca. Desde entonces la guardo en el primer cajón de mi escritorio como si fuera el tesoro más valioso del mundo. Cinco años han pasado ya.
Hemos estado lejos mucho -mucho- tiempo y realmente te he echado de menos. Tus zapatotes grandes, tu bufanda roja (¿dónde estará?), las histerias, Curro y Lua, tu olor a “Anaïs, Anaïs”, tus bailes desenfrenados, tus sorpresas y tus mofletes sonrojados, el amor-odio a Buenos Aires, tus conflictos, tus manías, tu risa, tus dudas, tus miedos…
Son tantas cosas… tantas como las que cambiaría esta noche por estar cerca de ti, poder darte un abrazo torpe y consolar un poco el desconsuelo. Por saber que estoy cerca. No sé si me entiendes…
Sé que ahora mismo debería estar diciéndote todas estas cosas por teléfono en lugar de escribirlas en esta estúpida pared blanca que devuelve los ecos de todas las voces, pero sé que no sería capaz, así que mejor -qué cobarde- lo dejo estar aquí, quietecito.
Cuánto me gustaría estar cerca. Cerca, no sé si me entiendes…
And the radio plays: Wonderwall. Ryan Adams.
En París fue una chica alemana que se llamaba Susanne. Hace poco, en México, me volvió a suceder con otra. La llamaban "Piña" y, aunque se parecía algo menos a ti, tenía la risa contagiosa y la extraordinaria capacidad para convertir una reunión de té con pastas en una arrebatadora locura, un torbellino en el que de pronto te ves envuelto sin saber muy cómo volver a salir. Sin saber siquiera si quieres hacerlo…
Un día que me emborraché, me tuvieron que llevar a rastras a la cama y, en la inconsciencia, por el rabillo del ojo, te vi sentada en la mesa, garabateando algo en un papel. Tú también solías escribir con pilot o rotuladores de esos de gel. Ahora no lo sé, hace demasiado tiempo que no recibo una carta tuya o que yo te escribo una a esa dirección de quién sabe qué calle a este lado del océano, donde ahora me desvelo yo, pensando en el silencio que reinará en tu casa de madrugada.
Me voy por las ramas. Al día siguiente me entregaste una de las cartas más importantes que me han escrito. Tu tácita y delicada aprobación me alivió como pocas cosas lo han hecho nunca. Desde entonces la guardo en el primer cajón de mi escritorio como si fuera el tesoro más valioso del mundo. Cinco años han pasado ya.
Hemos estado lejos mucho -mucho- tiempo y realmente te he echado de menos. Tus zapatotes grandes, tu bufanda roja (¿dónde estará?), las histerias, Curro y Lua, tu olor a “Anaïs, Anaïs”, tus bailes desenfrenados, tus sorpresas y tus mofletes sonrojados, el amor-odio a Buenos Aires, tus conflictos, tus manías, tu risa, tus dudas, tus miedos…
Son tantas cosas… tantas como las que cambiaría esta noche por estar cerca de ti, poder darte un abrazo torpe y consolar un poco el desconsuelo. Por saber que estoy cerca. No sé si me entiendes…
Sé que ahora mismo debería estar diciéndote todas estas cosas por teléfono en lugar de escribirlas en esta estúpida pared blanca que devuelve los ecos de todas las voces, pero sé que no sería capaz, así que mejor -qué cobarde- lo dejo estar aquí, quietecito.
Cuánto me gustaría estar cerca. Cerca, no sé si me entiendes…
And the radio plays: Wonderwall. Ryan Adams.
sábado, agosto 18, 2007
|domingo, agosto 12, 2007
Todo se transforma
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da.
Nada es más simple,
no hay otra norma.
Nada se pierde,
todo se transforma.
jueves, agosto 09, 2007
|lunes, agosto 06, 2007
J’ai demandé à la lune
et le soleil ne le sait pas
Je lui ai montré mes brûlures
et la lune s’est moquée de moi
Et comme le ciel n’avait pas fière allure
et que je ne guérissais pas
Je me suis dit "quelle infortune"
et la lune s’est moquée de moi
J’ai demandé à la lune
si tu voulais encore de moi
Elle m’a dit "j’ai pas l’habitude
de m’occuper des cas comme ça"
Et toi et moi
on était tellement sûr
et on se disait quelques fois
que c’était juste une aventure
et que ça ne durerait pas