domingo, agosto 19, 2007

Cerca

He tardado varios años en darme cuenta, pero por fin he descubierto por qué hay gente por la que siento una inexplicable ternura desde el primer momento en que la conozco. Ahora sé que es porque se parecen a ti. Es como un entrañable e irreversible flechazo amistoso. No sabría describir tus facciones con la exactitud necesaria para explicar correctamente de qué se trata, pero sé que, en efecto, se trata de eso.

En París fue una chica alemana que se llamaba Susanne. Hace poco, en México, me volvió a suceder con otra. La llamaban "Piña" y, aunque se parecía algo menos a ti, tenía la risa contagiosa y la extraordinaria capacidad para convertir una reunión de té con pastas en una arrebatadora locura, un torbellino en el que de pronto te ves envuelto sin saber muy cómo volver a salir. Sin saber siquiera si quieres hacerlo…

Un día que me emborraché, me tuvieron que llevar a rastras a la cama y, en la inconsciencia, por el rabillo del ojo, te vi sentada en la mesa, garabateando algo en un papel. Tú también solías escribir con pilot o rotuladores de esos de gel. Ahora no lo sé, hace demasiado tiempo que no recibo una carta tuya o que yo te escribo una a esa dirección de quién sabe qué calle a este lado del océano, donde ahora me desvelo yo, pensando en el silencio que reinará en tu casa de madrugada.

Me voy por las ramas. Al día siguiente me entregaste una de las cartas más importantes que me han escrito. Tu tácita y delicada aprobación me alivió como pocas cosas lo han hecho nunca. Desde entonces la guardo en el primer cajón de mi escritorio como si fuera el tesoro más valioso del mundo. Cinco años han pasado ya.

Hemos estado lejos mucho -mucho- tiempo y realmente te he echado de menos. Tus zapatotes grandes, tu bufanda roja (¿dónde estará?), las histerias, Curro y Lua, tu olor a “Anaïs, Anaïs”, tus bailes desenfrenados, tus sorpresas y tus mofletes sonrojados, el amor-odio a Buenos Aires, tus conflictos, tus manías, tu risa, tus dudas, tus miedos…

Son tantas cosas… tantas como las que cambiaría esta noche por estar cerca de ti, poder darte un abrazo torpe y consolar un poco el desconsuelo. Por saber que estoy cerca. No sé si me entiendes…

Sé que ahora mismo debería estar diciéndote todas estas cosas por teléfono en lugar de escribirlas en esta estúpida pared blanca que devuelve los ecos de todas las voces, pero sé que no sería capaz, así que mejor -qué cobarde- lo dejo estar aquí, quietecito.

Cuánto me gustaría estar cerca. Cerca, no sé si me entiendes…


And the radio plays: Wonderwall. Ryan Adams.

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