miércoles, septiembre 20, 2006

"La soledad de Nick Drake"


"Nick Drake murió hace treinta años en la misma habitación que tuvo durante toda su infancia. Llevaba tres años viviendo en la casa de sus padres y éstos, asistieron impotentes al desmoronamiento del hijo que nunca había dado mayores problemas, el hijo que fue perdiendo la sonrisa y las palabras, hasta que se quedó exangüe como la hierba cortada de la que habla en algunas de sus canciones.

La muerte de Nick Drake, el cantante de la timidez que rayaba en la paranoia, no hizo mas que alimentar su leyenda. El éxito que le eludió durante toda su vida, empezó a llegar, meses después de su muerte cuando se editaron sus últimos oscuros y desgarradores temas hasta el punto que su tumba es hoy objeto de peregrinaje y no hay semana en que su familia no reciba ofertas de Hollywood para hacer una película sobre su vida.

¿Qué pasó en esos ventipocos años cuyos derechos tan ardientemente persiguen todas las jóvenes estrellas? Casi nada. Muy poco. De familia de clase media acomodada. fue un buen estudiante, un buen hijo, un muchacho tímido con un don: la capacidad de hacer canciones preciosas, eternas, de una melancolía que parte el corazón. Y una suprema incapacidad para relacionarse con la gente, para enfrentarse al mundo. En una de sus canciones 'Poor boy' dice: “"nadie sabe como crece el frío en mí, nadie ve cómo tiemblan mis rodillas, nadie sonríe cuando me cruzo con ellos". Fue esa incapacidad para ser un animal social, para establecer lazos con sus semejantes lo que, paradójicamente hace que mucha gente de generaciones posteriores se enganche y se identifique profundamente con las canciones de Drake y con el personaje que proyectaba.

Resulta casi milagroso que consiguiera un contrato con una casa de discos y que ésta sacara tres álbumes mientras estuvo vivo. Las cintas del tercer álbum casi estuvieron a punto de perderse porque cuando fue a entregarlas a la discográfica las dejó sobre una silla en el vestíbulo porque no tuvo fuerzas para enfrentarse con los ejecutivos de la compañía. En su última actuación en público en una sala en la que apenas habían acudido veinte personas, tuvo un ataque de angustia y apenas consiguió levantar los ojos del suelo.

No se le conoce ninguna relación amorosa, y mucho se ha especulado sobre su homosexualidad reprimida y sobre un supuesto y frustrado romance con Françoise Hardy, a la que conoció en su único viaje a Francia, tras el cual decidió recluirse en casa de sus padres. Aún hoy, en la prensa británica esporádicamente aparecen testimonios de mujeres que aseguran haber sido el último amor de Nick Drake, pero nada, salvo su miedo al prójimo, su absoluto aislamiento y su tristeza congénita, ha sido probado. Todos los que le conocieron hablan de sus silencios, de su delicadeza, de su secreta frustación por no haber conseguido el reconocimiento que sus canciones merecían y a la vez de su vergüenza por aspirar a algo tan fatuo como el éxito. "El verano se fue y el calor se apagó , la multitud se fue a casa y me quedé en la cuneta, solo".

¿Qué hace que esas sencillas canciones apenas acompañadas por una guitarra, un cello y un piano sean intemporales y sigan llegando al corazón de la gente (para no mencionar su influencia decisiva en muchos cantantes y grupos contemporáneos)?

El puñado de canciones que Nick Drake nos dejó, abrazan la soledad de frente y no intentan escapar a ella, la asumen como un destino legítimo del ser humano. Un destino que solo se puede asumir con una fortaleza, de la que él carecía. Gente de todas las partes del mundo visita a menudo la tumba de Nick Drake en las afueras de un pulcro pueblo en Middlesex. Nunca faltan flores."

Isabel Coixet.


Radio, play my favourite song:
Cello song. Nick Drake.

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martes, septiembre 19, 2006

Black is the colour of my true love's hair...

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miércoles, septiembre 13, 2006



Qué más da que Radiohead estén de crisis creativa (bueno, ahora que lo pienso mejor, sí da...) si uno de sus dos genios malditos (el otro es Johnny Greenwood) saca discos tan crudos e intensos como éste. Hail to the thief se alejaba notablemente de la experimentación en terrenos electrónicos que había supuesto el cisma en el estilo de este grupo de Oxford la publicación de los álbumes mellizos Kid A y Amnesiac, que se dejaban ya intuir en Ok computer, pero que quedaban lejos de Pablo Honey y The bends, “el disco que a U2 le hubiese gustado hacer”.

Thom Yorke se debió dejar cosas que decir en el tintero y se acerca a esos paisajes que dejaron momentos tan inolvidables como “Everything in its right place”, “Idiotheque”, “Like spinning plates” o “Pyramid song”, sólo que reduciendo la instrumentación a su mínima expresión.

Qué familiar y qué increíble al mismo tiempo la sensación mágica de tener la certeza desde la primera escucha de que un disco te va a brindar momentos imborrables.

Toma castaña. Y encima venden los capítulos de Ranma en los quioscos, ¿se puede pedir más?



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miércoles, septiembre 06, 2006

De pronto es invierno otra vez. La ventana llena de estelas en-tre-cor-ta-das y fuera la certeza de que todo es naranja, turbio y negro y, bueno, "¿a qué fin?"

Si no fuera porque dentro todo está más o menos igual de oscuro, entre dos grises, qué cansado es determinar la tonalidad. Entre un mundo asible y un poco afeado y otro incomprensible e ilimitado, creo que me decanto por armarme con un no-paraguas y salir a la calle a ver si se me mojan las ideas.

Hay que ver cómo se pone Madrid cuando se enfada...


Radio, play my favourite song: Crosses. Jose González

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