viernes, enero 21, 2005

2004

Ahí te quedas, 2004, con tus juegos olímpicos de vuelta casi en el hogar, con 191 muertos en cuatro trenes de mi Madrid ya vulnerable, que unos locos terminaron de herir. Te marchas y nos dejas un Irak patas arriba; media docena de países devastados en Asia, que tardarán decenios en reconstruir lo que la tierra les ha quitado de golpe; a Bush de amo del mundo cuatro años más... Te vas, 2004, y también nos quitas de encima a Ansar y a su pandillita del gobierno.

¿Y a mí, 2004, quieres saber qué me dejaste? “París no se acaba nunca”, y por fin comprendí por qué hay un libro que se titula así. Te marchas, 2004, y me regalas el inicio de una nueva vida, en otro país, en mi otra ciudad, en la que siempre había sido el lugar de mis sueños. Eso sí, te encargaste de derrumbar todos los mitos de París mon amour uno a uno, sin piedad, para dejarme (muchas gracias) construirme una ciudad a mi medida, cimentada en mis propios recuerdos, en mis paseos por los jardines de Luxemburgo, en mis transbordos interminables en el metro. Le dejas también al 2005 la incertidumbre (o el marrón, según cómo quiera mirarse) de resolver si seguiré por este camino o volveré a mi mundo de siempre... To be continued.

Te retiras por la puerta trasera, 2004, y me quitas un amor, te vas con él, tú precisamente que lo llevaste antes a un callejón sin salida y que contemplaste inconmovible sus momentos más miserables y dolorosos. Tú que viste cómo se iba apagando después, cómo casi lo olvidé. Pero como has sido así, tan contradictorio, me regalas un agosto esquimal con otro amor, el primero que es real, uno que da risa y corre rápido. Uno que a veces no sé dónde poner, con el que me dedico a hacer cuadros de doble entrada y que analizo escrupulosamente, con la exactitud científica de un microscopio de laboratorio. Uno que estoy viviendo.

Te vas, te vas, te vas, te vas y no vuelves. Bon voyage... yo seguiré aquí, rumbo a la felicidad, odiando algunos de tus días, recordando otros con una sonrisa, añorándote y detestándote, a merced de la memoria selectiva, siempre desde la nostalgia. Eso ya lo sabes tú...

Radio, play my favourite song: Quién fuera. Silvio Rodríguez.

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