viernes, diciembre 17, 2004

Omnisciente

A veces creo que lo que más me gustaría del mundo sería reemplazar así, como quien no quiere la cosa, al narrador omnisciente de mi vida. Ojalá pudiera ser un ojo todopoderoso que todo lo ve y todo lo siente; que conociera al dedillo lo que significan cada una de mis expresiones, que supiera interpretar cada uno de mis silencios y que estuviera al corriente de si lo que estaba sintiendo ayer a la hora del té era amor/pena/nostalgia/celos/rabia/ternura/deseo/esperanza/
melancolía/compasión/ o todo lo contrario. Porque yo a veces no lo sé.

Realmente, sería un chollo ser la narradora omnisciente de mi vida: podría aseverar con una seguridad aplastante (de esa de típica de Juana de Arco en pleno fragor de la batalla, o de sheriff de película del oeste al entrar en el saloon) si soy feliz o no, si de la nariz a la punta de los pies hay algo más que un saco de huesos, que siempre piensa que a veces piensa demasiado. O demasiado poco, más bien.

Así, con el narrador omnisciente de mi vida secuestrado sin rescate negociable, amordazado, atado y bien atado a una silla y encerrado tras una puerta blindada con siete cerraduras, podría tomar las riendas de esta novela (o folletín) de argumento enrevesado y desconocido para mí, y con una minuciosidad cirujana operaría hasta hacer de esto una vida de sinopsis aséptica, literariamente correcta y estructurada. Dejaría de ir a tientas por los inescrutables caminos del Señor, y podría recorrer las autopistas de mi destino asegurado con la certeza y la convicción de un líder de masas, como guiada por la pulsión de una flecha que ni el mismísimo Robin Hood podría tirar tan recta y con tanta fuerza y precisión. Conocería de antemano todas las decisiones que tomaría y no tendría que preocuparme por escoger nunca más. Mis amores, mis miserias... En definitiva, la vida que me espera.

Pero como supongo que eso sería muy aburrido y como sé que no se suplanta a un narrador omnisciente así como así, que es trabajo envidiado y bien remunerado, me conformo con meterme de puntillas en su casa y robarle el guión de esta historia para echarle un vistazo. A ver si me entero de una vez por todas de cómo sigue...


Radio, play my favourite song: Such great heights. The Postal Service.

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