La cafetera de la providencia
"... y llevarla por el buen camino, o lo que entonces algunos considerábamos el buen camino, aunque ahora, para ser sincero, ya no estoy tan seguro, porque las personas somos como los motores, todos parecidos pero distintos, y no hay uno solo que no necesite tener todas las piezas para hacer la combustión y arrancar, y por más que te empeñes, donde va una pieza no puedes meter otra, porque no sirve, y encima te cargas el resto de las piezas, y eso es lo que me ha venido a la cabeza cuando he leído el final del texto, que corresponde al principio de una historia inevitable (...) y, es que, en ese sentido, vuelvo a estar de acuerdo con Clara: el amor es una herida que no puede curar nadie más que quien la produjo."
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